[MÚSICA] Bienvenidos de nuevo a este curso. Soy Ángel Pascual-Ramsay, profesor de ESADE y director de Riesgos Globales de ESADE geo, del Centro de Economía Global y Geopolítica de ESADE. Y seré yo quien los acompañe a lo largo de este bloque sobre la empresa familiar y el entorno. [SONIDO] Como veréis en los videos que siguen, vamos a repasar juntos las grandes tendencias que están transformando el contexto de las empresas han de operar, desde la geopolítica a la demografía, el medio ambiente o la economía. Pero empezaremos en este vídeo de apertura hablando de tecnología. Vivimos tiempos de enorme disrupción tecnológica, con el desarrollo de nuevas tecnologías que permiten nuevas formas de innovación que a su vez están dando lugar a nuevos modelos de negocio, de producción y de distribución. Lo primero a apuntar es que lo que caracteriza nuestro tiempo no es solo la magnitud del cambio, sino el acelerado ritmo de este cambio. Quién hubiera imaginado hace tan solo 20 años que podríamos tener todas las funcionalidades que ofrece un SmartPhone en la palma de la mano. Pues hoy no solo tenemos eso, hemos ido mucho más allá. Existen muchas tecnologías con capacidad para provocar cambios radicales. La inteligencia artificial, la digitalización, la impresión 3D, el cloud computing, la nanotecnología, la biotecnología, big data, el desarrollo de nuevos materiales, los avances en almacenamientos de energía y muchas otras tecnologías tendrán impactos enormes en todos los sectores. Por ejemplo, el sector del automóvil. Una industria en el que empiezan a desarrollarse con éxito los primeros coches autónomos, y en el que se implantará masivamente el coche eléctrico en los próximos años. También el sector de la energía está cambiando a gran velocidad. Según la Agencia Internacional de Energías Renovables, el costo de fabricación de las placas solares fotovoltaicas ha caído entre un 65% y un 75% entre 2009 y 2013, mientras que el precio de dicha energía lo ha hecho un 80% desde 2008. Y no solo son las energías renovables. La disrupción de la tecnología de fracking es uno de los principales factores detrás de la drástica caída del precio en 2008. Otra de las claves para la reducción de los costos de producción en muchos sectores ha sido la creciente automatización de los procesos de producción, una tendencia que está dando un salto más allá con la robotización. En Corea del Sur hay a día de hoy más de 530 robots por cada 10.000 trabajadores industriales. Países como Singapur, Japón y Alemania, también están avanzando rápidamente en la difusión de los robots. Y la cifra no dejará de crecer porque los robots son capaces de realizar tareas mecánicas y de conectarse entre ellos para ocuparse de todo el proceso en una línea de tiempo. Y no solo eso. Hoy en día, los robots you ha superado los límites del trabajo puramente mecánico para empezar a realizar tareas con carga intelectual. you existen softwares capaces de realizar planes de empresas, o resúmenes administrativos. En el 2016 el Washington Post, utilizó robots para cubrir mucho de los eventos de los Juegos Olímpicos Río de 2016. La inteligencia artificial es el siguiente paso en esta evolución de la automatización que abre enormes oportunidades de creación, de riqueza, pero también riesgos económicos y sociales, e incluso para algunos, existenciales para la vida. El desarrollo de la automatización reducirá costes, pero también es previsible que destruya muchos puestos de trabajo. Para algunos, se tratará de un efecto temporal, y la tecnología, como a menudo ha ocurrido en el pasado, acabará creando muchos más trabajos de los que destruye. Pero otros son menos optimistas, le apuntan a un impacto más estructural, dado que los nuevos sectores que estas nuevas tecnologías están desarrollando son mucho menos intensivo de empleo que en los sectores que destruye. Se requieren menos manos para crear muchos más productos, lo cual genera una situación en la que el paro estructural podría crecer de manera civil. De hecho, tradicionalmente, la creación de empleo iba de la mano del incremento de la producción. Sin embargo, durante los últimos años se está observando una disociación en la que la generación de empleo es mucho menor que el crecimiento y la producción. Más allá de lado, hay cierta relación entre la automatización y el empleo, el desarrollo de nuevas tecnologías presenta otros riesgos para las empresas formadas. Uno de los más evidentes es la creciente tendencia a la creación de monopolios y la captura de buena parte del mercado por una o pocas firmas. Las nuevas tecnologías han incrementado el tamaño del mercado que puede servir y controlar una sola compañía. Esto significa que pequeñas diferencias en los tiempos de entrada al mercado o en las capacidades de la empresa, pueden tener un impacto desproporcional en su éxito o fracaso. Hoy en día, empresas como Amazon, Google o Facebook, tienen un control casi absoluto de sus mercados, y los efectos de red hacen que la irrupción de competidores sea muy complicada. Los líderes del sector pueden llegar a controlar la práctica totalidad, mientras que el resto de empresas lo tendrá muy complicado para entrar o sobrevivir. Las consecuencias de esta dinámica de falta de competencia no son solo microeconómica, sino también sociales. Las empresas líderes y los ecosistemas que generan a su alrededor, con las startups que financian o las sirven, atraen a los trabajadores más polifacéticos, lo que puede excluir a las empresas con menos recursos de su contratante. Hablamos, por tanto, de monopolización, no solo de los mercados, sino también del talento. Fíjate si no en ese mapa, que indica las zonas con más patente. Tokio, Chicago, Seattle, y por encima de todos Silicon Valley, una pequeña región al sur de San Francisco, que concentra las grandes corporaciones tecnológicas del mundo. En resumen, estamos en los albores de una revolución tecnológica que va a generar, por las razones que hemos expuesto y otras muchas, una profunda transformación. Si la historia es guía, esta transformación tecnológica generará enormes oportunidades y creación de riqueza, pero también disrupciones sociales con ganadores y perdedores. Un escenario que puede ser caldo de cultivo de movimientos políticos y sociales de protesta, a menudo legítimos, que pueden poner en peligro la estabilidad social y el progreso. Lograr un equilibrio entre el crecimiento económico generado por esta transformación tecnológica y la estabilidad social, será uno de los grandes retos de nuestro tiempo. [MÚSICA] [AUDIO_EN_BLANCO]